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Una cocina limpia es fundamental para una cocina higiénica y eficiente. Más allá de la mera estética, la limpieza regular previene el humo, elimina los olores persistentes de los alimentos, reduce el riesgo de incendio y garantiza el óptimo funcionamiento de su electrodoméstico durante años. Sin embargo, el proceso de limpieza difiere significativamente entre los modelos de gas y eléctricos, y muchas personas se sienten intimidadas, especialmente cuando se trata del horno.
Esta guía completa ofrece una visión profunda de los métodos adecuados, efectivos y seguros para limpiar cada parte de su cocina y horno, transformando una tarea temida en una rutina manejable.
Una limpieza eficaz no se trata de usar los productos químicos más agresivos. Se trata de comprender la naturaleza de la suciedad y utilizar la combinación adecuada de química, física y técnica.
La ciencia de la grasa : La grasa es un polímero. El calor hace que se adhiera a las superficies, un proceso llamado pirólisis. Para descomponerla, es necesario revertir este proceso. Las sustancias alcalinas (como el bicarbonato de sodio, los desengrasantes y el jabón) son muy eficaces para saponificar las grasas, convirtiéndolas en una sustancia similar al jabón, soluble en agua.
La función de la abrasión : El fregado físico es necesario para eliminar los residuos carbonizados y adheridos. La clave está en utilizar el método menos abrasivo posible para evitar dañar las superficies. Un cepillo suave suele ser más eficaz y seguro que un estropajo áspero.
El calor es tu aliado : El calor ablanda la grasa, lo que facilita su limpieza. Por eso, limpiar un horno o estufa ligeramente tibio (¡no caliente!) es más fácil que limpiar uno frío.
La seguridad es lo primero: lo no negociable
Desconecte la alimentación: En cocinas eléctricas y de inducción, siempre apague el interruptor antes de realizar una limpieza profunda, especialmente al manipular el horno. En cocinas de gas, generalmente basta con girar las perillas a la posición de apagado.
Enfriamiento completo: Nunca limpie la estufa ni el horno inmediatamente después de usarlos. Los quemadores y el interior del horno pueden causar quemaduras graves.
Ventile el área: abra las ventanas cuando utilice productos de limpieza comerciales para evitar inhalar vapores.
Use guantes: proteja sus manos de productos químicos agresivos y agua caliente.
La placa de cocina es la que soporta la mayor cantidad de salpicaduras diarias y requiere la atención más frecuente.
Para cocinas a gas:
Retire las rejillas y las tapas de los quemadores: levante las rejillas de hierro fundido o acero y las tapas circulares de los quemadores (cuencos de goteo) que se encuentran debajo.
Remoje para una limpieza a fondo: Llene el fregadero con agua muy caliente y unas gotas de jabón lavavajillas. Para la grasa incrustada, añada media taza de bicarbonato de sodio o un desengrasante comercial. Sumerja las rejillas y las tapas y déjelas en remojo de 15 a 30 minutos. Esto aflojará la suciedad considerablemente.
Fregar y enjuagar: Después de remojar, use un cepillo o esponja no abrasiva para eliminar cualquier residuo restante. Enjuague bien y seque completamente para evitar la oxidación del hierro fundido.
Limpie la superficie de la placa de cocción: Mientras las rejillas se remojan, limpie la base de la placa con un paño húmedo o una esponja para eliminar los residuos sueltos. Para los derrames adheridos, prepare una pasta de bicarbonato de sodio y agua. Aplíquela sobre la mancha, déjela actuar de 10 a 15 minutos y luego frote suavemente con un paño suave o una esponja. La abrasión suave del bicarbonato de sodio funciona de maravilla sin rayar.
Limpieza y reensamblaje: Limpie toda la superficie con un paño húmedo y séquela. Una vez que las rejillas y tapas estén completamente secas, vuelva a ensamblar la placa.
Para rangos de bobinas eléctricas:
Retire las bobinas: Levante los elementos de la bobina directamente de sus conectores. No los sumerja en agua, ya que esto puede dañar los componentes eléctricos.
Limpieza de las bobinas: Limpie las bobinas con una esponja húmeda mientras estén frías. Para la suciedad difícil, use una solución de jabón lavavajillas suave. Séquelas bien antes de volver a instalarlas.
Limpieza de las bandejas de goteo: Retire las bandejas de goteo (los recipientes debajo de las bobinas). Normalmente, se pueden remojar en agua caliente con jabón y frotar hasta que queden limpias. Si se manchan sin posibilidad de reparación, reemplazarlas es económico.
Limpie la superficie de la estufa: Al retirar las resistencias, tendrá acceso a toda la superficie. Límpiela con un limpiador multiusos o una solución de agua y vinagre.
Para cocinas eléctricas de superficie lisa/vitrocerámica:
Estos requieren un cuidado especial para evitar rayones.
Comience en seco: use una hoja de afeitar de plástico para raspar con cuidado cualquier derrame quemado importante.
Use un limpiador especializado: La mejor opción es un limpiador formulado específicamente para vitrocerámicas. Suele contener un abrasivo suave y un agente pulidor.
Proceso de limpieza: Aplique el limpiador y, con una esponja no abrasiva (que suele venir incluida), frote con movimientos circulares. Limpie con un paño húmedo.
Alternativa casera: Una pasta de bicarbonato de sodio y agua también es eficaz. Aplíquela, déjela actuar y frote suavemente con un paño suave. Evite: Abrasivos fuertes como lana de acero o limpiadores en polvo, ya que rayarán la superficie permanentemente.
Esta es la parte más intensiva del proceso. Tienes dos caminos principales.
Método 1: El ciclo de autolimpieza (para hornos equipados con él)
Cómo funciona: El horno se bloquea y se calienta a una temperatura extremadamente alta (alrededor de 900 °F / 480 °C), incinerando cualquier suciedad en una ceniza fina que se puede limpiar.
El procedimiento adecuado:
Retire todo: saque las rejillas del horno, las sondas y cualquier revestimiento de aluminio.
Prelimpieza: Limpie cualquier trozo grande de comida o derrame. Una capa gruesa de grasa puede producir humo excesivo.
Iniciar el ciclo: Active la función de autolimpieza según el manual de su horno. Esto puede tardar de 2 a 4 horas.
¡Ventilar! El proceso producirá humo y olor a quemado. Asegúrese de que su cocina esté bien ventilada.
Enfriamiento y limpieza: Una vez finalizado el ciclo y enfriado por completo el horno (puede tardar horas), desbloquee la puerta. Limpie las paredes interiores con un paño húmedo, eliminando la ceniza fina.
Precaución: El calor extremo puede dañar los componentes del horno (termostatos, resistencias) y puede activar las alarmas de humo sensibles. No se recomienda su uso en hornos con mucha acumulación de grasa.
Método 2: Limpieza manual (el método más común y controlado)
Retire las rejillas del horno: Es mejor limpiarlas por separado. Sumérjalas en una bañera o un fregadero grande con una solución de agua caliente y 1/2 taza de detergente para lavavajillas (el polvo es altamente alcalino). Déjelas reposar durante varias horas o toda la noche. La suciedad se desprenderá fácilmente con un cepillo.
Elige tu limpiador:
Limpiador de hornos comercial: Son productos químicos cáusticos potentes (que suelen contener hidróxido de sodio). Son muy eficaces, pero requieren precaución. Use guantes y gafas protectoras. Rocíe el interior (evitando los elementos calefactores y las superficies de aluminio), deje actuar durante el tiempo recomendado (normalmente de 20 a 30 minutos) y luego limpie.
La alternativa natural (pasta de bicarbonato): Este método es más seguro, aunque requiere más trabajo. Prepare una pasta espesa de bicarbonato y agua. Extiéndala generosamente sobre las superficies interiores del horno frío, evitando las resistencias. Déjela reposar durante varias horas o toda la noche. El bicarbonato se pondrá marrón al absorber la grasa. Use un paño húmedo o una espátula de plástico para limpiar la pasta y la suciedad disuelta.
Limpieza final: después de usar cualquiera de los limpiadores, realice una limpieza final con un paño humedecido con agua o una solución de vinagre y agua al 50/50 para neutralizar cualquier residuo de limpiador restante y dejar un acabado sin vetas.
La clave para evitar un día de limpieza monumental es un mantenimiento constante.
Diariamente/Limpieza: después de que la placa de cocción se haya enfriado, límpiela con un paño húmedo.
Semanalmente: Realice una limpieza más profunda de las rejillas y superficies de la estufa como se describe anteriormente.
Mensualmente: Limpie el interior del horno con una esponja húmeda después de pequeños derrames.
Trimestral/Semestral: Realice una limpieza profunda y completa del horno, dependiendo de la frecuencia con la que lo utilice.
Al comprender la ciencia de la limpieza y seguir estos pasos personalizados, puede mantener una cocina que no solo esté impecable, sino que también sea más segura, más eficiente y sea un placer cocinar en ella durante muchos años.
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